JJA y Planète Mer han formado una asociación para reducir el impacto de las actividades del Grupo en los océanos y aportar su propia contribución a la preservación de la vida marina. El objetivo de la asociación es sensibilizar a la opinión pública sobre el consumo responsable, identificar soluciones a lo largo de la cadena de valor de los productos y apoyar acciones para proteger nuestros ecosistemas marinos. Laurent Debas, Doctor en Oceanología, Director General y cofundador de Planète Mer, explica los retos de esta misión esencial.

¿Cuál es la misión de Planète Mer?

Laurent Debas. Planète Mer es una asociación de interés público creada en 2007 con una misión: trabajar juntos para restablecer un equilibrio sostenible entre la vida marina y las actividades humanas. Este es el reto del siglo XXI: conciliar el respeto de los equilibrios naturales fundamentales con el desarrollo económico y social.

¿Cuáles son las principales causas del impacto de la actividad humana en los océanos?

La actividad humana daña el ecosistema marino de varias maneras. En primer lugar, la extracción directa: la sobrepesca y las malas prácticas pesqueras agotan los recursos y ecosistemas marinos. Luego está la contaminación en todas sus formas: plástica o invisible. 80% de la contaminación marina procede de la tierra, por escorrentía o vertido directo. La destrucción del hábitat es otra causa importante. La pavimentación del litoral con hormigón, la extracción de áridos del fondo marino o la pesca de arrastre de fondo destruyen los ecosistemas.

El impacto climático también desempeña un papel crucial. El océano se está calentando. Hay que recordar que emite 50 % del oxígeno que respiramos y absorbe 30 % del CO2 producido por las actividades humanas, así como 90 % del exceso de calor acumulado. Este doble fenómeno de absorción provoca el calentamiento y la acidificación, afectando directamente al fitoplancton, primer eslabón de la cadena de la vida en los océanos.

Por último, el agua de lastre de los buques traslada especies alóctonas de un extremo a otro del planeta. Estas especies oportunistas se instalan y perturban ecosistemas enteros. El cangrejo azul americano que invade actualmente el Mediterráneo es un ejemplo especialmente preocupante.

Todos debemos colaborar para restablecer un equilibrio sostenible entre la vida marina y las actividades humanas.
Laurent Debas
Director General y cofundador de Planète Mer

¿Por qué Francia debe desempeñar un papel importante en la protección del ecosistema marino?

Francia posee el segundo territorio marítimo más extenso del mundo, con casi 11 millones de km², 5.833 km de costa en Francia continental y más de 18.000 km en los territorios franceses de ultramar. Esto nos da una presencia en todos los océanos del mundo, en todas las latitudes, con acceso a toda la gama de ecosistemas marinos y costeros. Además, Francia posee el segundo arrecife de coral más grande del mundo. Por tanto, puede desempeñar un papel muy importante en la protección de los océanos.

Planète Mer aboga por "actuar juntos". ¿Quién debe actuar y cómo?

Si no nos implicamos todos, nada funcionará. Las personas convencidas -ecologistas, amantes del mar- están muy bien, pero hay que ir más allá: empresas, industria, poderes públicos. Necesitamos políticas fuertes y comprometidas para el mundo económico que depende de los océanos. Toda actividad humana tiene un impacto sobre los océanos, aunque sólo sea a través de las emisiones de CO2. Por ello, las empresas deben incorporar esta realidad a su estrategia, diseñando productos sostenibles y descarbonizando el transporte de sus mercancías. Como individuos, podemos influir en nuestra forma de viajar, de consumir y de comportarnos en el mar o en la playa. Por eso necesitamos concienciar a todo el mundo.

 

¿Cómo puede reconectar con la naturaleza a través del océano?

El agua es parte integrante de nuestra humanidad. Hay mil y una formas de reconectar con ella: participar en salidas de observación, recopilar datos para entender cómo funciona, participar en actividades que nos acerquen al océano.

Soy oceanóloga, pero más allá de mis estudios universitarios, descubrí el océano sumergiéndome como buceadora. Hay que sumergirse en un entorno para amarlo, y es porque amas las cosas que las proteges. Creo en el poder de la emoción para sensibilizar. La película "Océanos", de Jacques Perrin y Jacques Cluzaud, en la que trabajé como asesor científico, tenía precisamente ese leitmotiv: ¡mostrar a todo el mundo lo hermoso que es!

 

¿Qué está haciendo para sensibilizar a la opinión pública?

Hemos desarrollado BioLit, un programa de ciencia participativa que anima a jóvenes y mayores a salir a la costa y hacer observaciones. A partir de estas observaciones realizadas con teléfonos inteligentes, Planète Mer y el Muséum national d'histoire naturelle analizan los datos para elaborar artículos científicos de alto nivel y recomendaciones para los responsables de la toma de decisiones. Como científicos, esto nos permite vigilar la llegada de especies potencialmente invasoras, ver la estacionalidad de ciertas especies y su evolución en relación con el cambio climático. De este modo, podemos contribuir a la base de conocimientos, primero en Francia y luego en todo el mundo, gracias a las observaciones de los ciudadanos.

También organizamos salidas para empresas y acabamos de obtener la autorización de las autoridades educativas de Rennes y Aix-Marsella para formar a profesores y niños.

 

¿Qué cree que queda por hacer?

El reto es inmenso. La gente tiene que pasar a la acción, con el apoyo de políticas públicas coherentes y ambiciosas. La concienciación desde la infancia sigue siendo crucial: a veces son los niños quienes transmiten el mensaje a sus padres. Por eso es necesario que la protección del medio ambiente forme parte del currículo educativo nacional.

La clave está en explicar nuestros vínculos invisibles con la biodiversidad. Cada especie que desaparece nos afecta directamente porque todos formamos parte del mismo ecosistema. A pesar de nuestras tecnologías, seguimos dependiendo totalmente de la naturaleza. Debemos ser conscientes de ello y, de hecho, ser solidarios. No sólo por interés propio, sino porque todas las formas de vida merecen ser respetadas.